En el Museo del Holocausto se exhiben, entre tantas otras piezas, varias  maletas de diversos colores y tamaños atadas con una rústica cuerda y dispuestas de mayor a menor sobre una plataforma horizontal. Todos los objetos expuestos presentan una breve información, en este caso se ha priorizado que cada visitante pueda extraer todos los significados que de ellas emanan.

Abrimos este nuevo espacio para conocer aún más las  piezas que conforman nuestra colección. Un volver a pensar la multiplicidad de aspectos de cada objeto para experimentar con ellos y a través de ellos a fin de acercarnos aún más a las personas que perteneció, pero ¿qué es un objeto museológico?

Los objetos originales (tridimensionales o bidimensionales) que integran el patrimonio de un museo son la razón de ser de esa institución. Es a través de ellos que se despliegan sus  funciones esenciales: adquirir, conservar, documentar, conservar y comunicar. Cuando un objeto ingresa a un museo pierde su función original para dar lugar a uno nuevo, el museológico. Se podría decir que el objeto ‘deja de ser para ser’. Así, por ejemplo, una cuchara deja de ser el utensilio que sirvió para tomar la sopa para transformarse en una de las fuentes de la cual nutrirse para conocer a las personas que acompañó o al hecho del cual formó parte (involuntariamente) y del cual fue inmutable testigo. De manera que el llamado objeto museológico encierra en sí mismo una doble mutación: de funcional a portador de significados, haciendo presente lo que está ausente, lo que ya no está.

Desde esta perspectiva, cada pieza expuesta contiene siempre algo más. No es sólo lo que se ve, lo que se presenta, lo que se expone. Cada pieza habla, dice, cuenta, describe y documenta. Habla, cuando no se encuentran palabras para explicar lo inexplicable. Dice, lo que el lenguaje verbal muchas veces no puede articular. Cuenta lo que no se recuerda. Describe, sin escribir, lo que está inscripto en su materialidad y documenta, corroborando que ese hecho ocurrió.

Imposible pormenorizar los significados que se despliegan de un objeto, carecemos aquí de espacio para hacerlo, pero podemos, sin embargo, respecto las valijas, intentar extraer nuevas capas de sentidos, por ejemplo, ¿qué dicen las valijas sin decir? ¿qué camino recorrieron para llegar aquí? ¿a quiénes pertenecieron? ¿para qué fueron utilizadas en el pasado? Y ¿qué significan ahora?

La respuesta a gran parte de estos interrogantes, sin duda, podrá desandarse en cada uno de nosotros al visitar nuestro museo y conocerlas de cerca. Una invitación a evocar la transformación del objeto, reflexionar como lo previamente conocido puede transformarse en nuevos significados y experimentar al objeto en relación a las personas, a su contexto y especialmente en relación al Holocausto.

Porque queremos que nuestra actividad nos ayude a pensar en conjunto al Holocausto seguiremos con nuevas historias y propuestas que nos encuentren. Pueden escribirnos y contarnos su experiencia.

Serafina Perri
Museóloga
Área Patrimonio – Museo del Holocausto